jueves, 17 de mayo de 2007

FANTASMAGORÍA: ESPECTROS DE LA AUSENCIA






FANTASMAGORÍA: ESPECTROS DE LA AUSENCIA

Desde que se atraviesa la puerta de acceso al recinto se empieza a vivir una nueva experiencia suscitada por una serie de emociones completamente diferentes a las que uno se imaginaría sentir en una muestra de arte; los primeros pasos al interior de la exposición crean una sensación de perdida de identidad con lo que es el arte tradicionalista de pintura en marco y estatua de yeso, realmente es una nueva experiencia que surge desde ese primer instante en el espacio, pues se oye al fondo unos sonidos de origen surafricano, unos “disparos de aire” inconsecuentes, se ven en el piso unos calentadores generando vapor de aire, el mismo olor del lugar lo transporta a uno a otro completamente fuera del contexto físico real de la ciudad que es el centro, en fin, es una seria de elementos desvinculados uno del otro pero a la vez completamente articulados que enseñan a aquellos que recorren las obras, que el arte se puede ver representado bajo otros medios no tan “cliches” y convencionales, y que el mismo usuario del espacio puede ser parte de la obra y no únicamente un agente extraño que la ve desde su propia perspectiva, pero no tiene un vínculo interactivo directo con ella.

Las exposiciones gracias al manejo de la luz, la sombra, los sonidos, el aliento, la bruma, el vapor, la interactividad entre obra y espectador, generan una experiencia interesante para aquel que desconoce de muchos de los temas que los artistas hablan, como por ejemplo y el que me gustó más: “Shadow Procesión” de William Kentridge en cual tan solo se utiliza una imagen proyectada a una pared que dura 7 minutos, y un sonido que la acompaña de origen surafricano, el cual me transmitió por medio de una procesión de figuras antropomorfas, una historia en la cual cada personaje o figura era un alma y la historia pretendía mostrarlas, pues estos aparecen y se “transmutan en objetos”, se “disuelven en el paisaje” o simplemente desaparecen…

La colección de arte tiene un “carácter oscuro” al hablar muchas veces de muerte y almas, tema que para muchos es completamente desconocido y el mismo espacio es el encargado en transmitir esa sensación gracias a todos los elementos que mencioné anteriormente que se confabulan para “atrapar” al receptor, es más, cada vez que se ve una obra, por el mismo gusto y las cualidades del espacio, uno intenta volver a verla por segunda vez para ver si ve algo nuevo y de hecho muchas veces se ven elementos que anteriormente no se habían visto y resultan interesantes en la comprensión de la obra.

Creo que existió un correcto vínculo entre obra y espacio, pues los dos iban de la mano de una excelente forma y recordando un poco el “genious locci” del lugar que representa el espíritu mismo del espacio de la exposición, se siente como un espacio vivo y mutante, no como uno rígido y preestablecido, sino como un lugar en el cual está sucediendo algo variable y que todo aquel que entra empieza a ser parte del proceso de retroalimentación entre el espacio y el usuario, creo que las obras de arte por otro lado al atrapar a los transeúntes de la exposición “estallan en conocimiento y en sentimientos” para que este actor que tan sólo iba caminando haya conocido una experiencia más en su vivir completamente diferente e interesante.


Información adicional:

http://www.fotografiacolombiana.com/fantasmagoria-w/content/W_Kentridge_procesion_de_sombras_DSC5572_large.html

Kentridge, William

Red Nacional de Museos

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