martes, 10 de abril de 2007

Bogotá Ciudad de Muros



La pobreza no es sinónimo de delincuencia, sin embargo la necesidad más que la pobreza conduce a caminos no ortodoxos en la búsqueda de la existencia frente a un mundo que no es justo y actúa de una manera imparcial, en nuestro contexto bogotano, la marginalidad social y la opresión de las clases pudientes frente a las necesitadas a lo largo de la historia, han generado que los pobres busquen la manera de salir adelante y debido a que el país no ofrece garantías para este gran sector de la población, en muchos casos los individuos deben tomar el camino de la delincuencia. Creo que es importante citar que en muchos casos el medio de los ciudadanos no es el más pertinente en búsqueda de su felicidad subjetiva y social, por lo tanto generan una “delincuencia común” en búsqueda de un beneficio individual y se deja a un lado el concepto de “desobediencia civil” de Henry David Thoreau el cual explica que se puede generar un comportamiento en búsqueda de un cambio hacia una normatividad injusta por parte del Estado para una comunidad reconociendo la moralidad del contrato social de todos los individuos que habitamos la ciudad.

Creo que para muchos la “ciudad de muros” puede ser completamente ajena, sin embargo los “factores efectivos de poder” que no son más que las representaciones mismas del poder y que ejercen un control de todas las partes del Estado, tales como los Paraestados, la Religión, los Medios, los Potentados Económicos, el Dominio Extranjero, entre otros, son los verdaderos causantes de los actos del pueblo, y la comunidad no representaría el fin de los medios, sino que por el contrario, sería el instrumento de “juego” de los verdaderos causantes de los problemas nacionales. Lastimosamente el pueblo dentro de esta “democracia” no es quien manda la partida, sino que depende de ciertas cabezas del Estado que muchas veces juegan con nuestros intereses.

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